Dra. María Lorena Oyanadel: “El dolor crónico al ser considerado una enfermedad, cambia la mirada de cómo abordarla”

El dolor crónico es “una experiencia sensorial y emocional desagradable asociado a un daño tisular, real o potencial, o descrito en términos de ese daño”, según la International Association for The Study of Pain (IASP). Este se caracteriza por ser un dolor que perdura por más de tres meses en el cuerpo que puede resultar incluso discapacitante, acumulando el 21,2% de la discapacidad total a nivel poblacional.

En Chile, la prevalencia de dolor crónico llega a un 32%, representando un 85% dolor moderado o severo y un 65% dolor osteomuscular (lumbago y artrosis). Esta enfermedad tiene un impacto en la calidad de vida de las personas, teniendo una mayor prevalencia en el grupo etario con mayor actividad laboral entre 50 y 64 años.

En 2019, la Organización Mundial de la Salud declaró el dolor crónico como una enfermedad por medio de la nueva revisión de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11), que comenzó a regir en 2020, clasificándola en dolor crónico primario y síndromes de dolor crónico secundario.

“Antes siempre se había considerado el dolor como un síntoma, sin embargo, con esta nueva clasificación que le da el sello de enfermedad, cambia la mirada que debemos tener en relación con el dolor crónico”, destaca la Dra. María Lorena Oyanadel, directora de la Asociación Chilena para el Estudio del Dolor y Cuidados Paliativos (ACHED).

¿Qué justifica considerar el dolor cónico como enfermedad y no como un síntoma de otras enfermedades?

Se considera una enfermedad porque afecta y compromete la calidad de vida del individuo. Afecta la funcionalidad de la persona, cosa que también está escrita en la definición de la IASP y no necesariamente tiene que ver con una lesión visible. Cuando uno tiene quemaduras, va a sentir dolor, como parte de nuestro mecanismo de defensa. Sin embargo, en el dolor crónico muchas veces vas a encontrar pacientes que sienten mucho dolor y que no necesariamente tiene una relación con alguna lesión que explique un dolor tan intenso.

¿Por qué se asocia el dolor crónico con una enfermedad neurológica?

Cuando uno tiene un corte, se siente dolor en el sitio donde está la lesión, lo que se conoce como fisiopatología del dolor. Para que una persona llegue a sentir dolor se envía una señal a una parte muy específica de la médula espinal dorsal y esa señal va al cerebro, hacia la corteza. Entonces, cuando uno lleva mucho tiempo expuesto a estas señales dolorosas, de alguna manera el cerebro se empieza a enfermar porque recibe constantemente estas señales y no sabe cómo procesarlo. Por eso decimos que el dolor crónico tiene un perfil de enfermedad neurológica porque el cerebro se pone muy sensible frente al dolor y empieza a afectar a otras áreas del cerebro. Usamos medicamentos diferentes para el dolor agudo donde se puede utilizar el ibuprofeno, por ejemplo; en cambio, en el dolor crónico utilizamos medicamentos que ayudan a regular estas señales dolorosas, pero a nivel del cerebro, a nivel central.

Situándonos en la realidad nacional ¿Cuáles son las principales causas del dolor crónico?

De acuerpo al estudio que la Ached y la Universidad Católica, el 32% de la población sufre de dolor crónico. Entre las principales causas de este dolor está el dolor lumbar, causa grave considerando la prevalencia que tiene el dolor lumbar en la población en general y que afecta a gente es laboralmente activa. Probablemente con la pandemia este porcentaje suba porque nos hemos visto obligados a estar mucho tiempo más sentados por el teletrabajo, los niveles de inactividad y aumento de peso, cosas que van de la mano.

La segunda causa en nuestra población es por la artrosis de rodilla y de cadera y después de esa viene hombro y brazo, que son patologías muculoesqueléticas. La fibromialgia también está dentro de las enfermedades que causa dolor crónico, puesto que el paciente presenta dolor en todas las partes del cuerpo afectando la calidad de vida.

Desde esa perspectiva, ¿por qué debería ser una prioridad para la salud pública?

Primero por la prevalencia, porque es un problema tan frecuente que en nuestro sistema no se cubre y no se considera la importancia de esta problemática. El 80% de los casos de dolor crónico debería verse en atención primaria, sin embargo, cuando un paciente consulta sobre fármacos para tratar el dolor, se restringe a ibuprofeno o paracetamol, por lo tanto, es un tema tan grande y tan poco abordado que es muy difícil manejarlo.

Ahora, el tratamiento del dolor crónico no solo es farmacológico, también tiene otras cosas como el sueño, hábitos de alimentación o el peso, cosas que tampoco hemos logrado abordar muy bien en nuestra población.

¿Cuáles serían los desafíos para abordar el dolor crónico en el país?

Creo que los desafíos son, primero, capacitar a nuestros médicos para que tengan un poco más de sensibilidad y conocimiento con esta enfermedad. La Ached elaboró una guía para profesionales en general sobre el dolor crónico, orientando por qué las personas tienen dolor crónico, cuál es la mejor manera de tratarla, etc. A medida que tú tengas personas que están capacitadas: kinesiólogos, terapeutas ocupacionales, todo el equipo de salud, vas a poder captar a estos pacientes y hacer un buen diagnóstico. Con esa base, van a poder optar a mejores tratamientos.

En este último, también hay otro desafío: implementar en nuestro sistema sanitario los pilares del tratamiento del dolor, entre ellos los fármacos, la actividad física, la nutrición, la salud mental y también las redes de apoyo.

Considerando el tratamiento de esta enfermedad, ¿qué rol debe cumplir el paciente en su tratamiento?

El trabajo del paciente en su tratamiento es muy importante. Como elaboramos una guía clínica para el médico, también tenemos uno dirigido al paciente, explicándoles en qué consiste la enfermedad y cómo abordarla para mejorar la calidad de vida. Ahí el tema de la fisioterapia es súper importantes, les enseñamos a los pacientes a manejar y a reconocer su enfermedad, que también es súper importante.

En las consultas, me llegan pacientes con 10 o 20 años de dolor pidiéndome que les elimine el dolor, pero uno no puede prometerle eso a los pacientes, uno debe tener expectativas reales de lo que realmente le podrá entregar. Probablemente uno no podrá quitar el dolor, pero sí puedo hacer que el paciente sufra menos y que funcione mejor, ese es el gran objetivo de la terapia del dolor.

Recientemente la Ached elaboró un estudio sobre el costo que esta enfermedad implica para al país ¿Cuáles fueron los resultados más relevantes?

En el 2016 se destinada aproximadamente 4.9% del PIB para el dolor musculoesquelético. Por no tratar bien el dolor crónico, el país incurre en un gasto muy importante por costos indirectos como licencias prolongadas, por ejemplo, pero también por costos directos asociados a los pacientes por consultas reiteradas con un médico para tratamientos, operaciones que no son necesarias más sesiones de kinesioterapia, se compran un montón de medicamentos que no les sirve, entre otros que aumenta el gasto destinado a este dolor.

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