Producto de la pandemia, los profesionales de la salud han debido utilizar diferentes estrategias para hacer frente las demandas, desempañando los kinesiólogos un papel relevante en la gestión de la rehabilitación y prevención de muerte y discapacidad por Covid-19.
En este contexto, un equipo multidisciplinario de la Universidad del Desarrollo y Clínica Alemana levantó datos en 2020 y realizó un estudio que incluyó una muestra de 263 kinesiólogos, que trabajan en centros hospitalarios públicos y privados de varias regiones de Chile, con un promedio de edad de 33 años. Se utilizó la escala BRIEF-COPE (cuestionario desarrollado para evaluar las diferentes formas de respuesta al estrés), para analizar las estrategias de afrontamiento de los kinesiólogos ante la exposición a la pandemia en sus entornos de trabajo. Además, se registraron los antecedentes sociodemográficos de salud y formación.
Los resultados preliminares arrojaron que las estrategias de afrontamiento a la situación más utilizadas por los kinesiólogos son: afrontamiento activo frente al problema (no evitarlo), aceptación de la realidad y planificación para resolver los problemas; mientras que las estrategias menos utilizadas fueron el consumo de sustancias y la autoculpabilización.
Un 19,4% de los encuestados declaró tener depresión/ansiedad, producto del afrontamiento de evitación, versus el activo de sus homólogos. Por su parte, las mujeres tuvieron un afrontamiento activo significativamente menor al de los hombres, presentando aceptación, autodistracción, planificación, humor, uso de apoyo emocional y desahogo. Asimismo, los kinesiólogos con hijos presentaron puntuaciones significativamente más bajas de afrontamiento de aproximación en comparación con los que no tenían hijos.
Según indicó Cinara Sacomori, docente de la carrera de Kinesiología, del Magíster en Terapia Física y Rehabilitación (MAKI) UDD y líder del estudio, tras estos resultados es necesario mejorar las políticas de salud laboral y promover estrategias de afrontamiento más saludables a través de la formación profesional continua, para incentivar el autocuidado, ajustar la cultura organizacional orientando a mejores prácticas de trabajo en equipo y soporte mutuo.