La sal es una de las sustancias con mayor presencia en los alimentos. Se puede ocupar para condimentar comidas o realzar el sabor de algunos productos. De hecho, según explica la Organización Mundial de la Salud (OMS), “la sal es la principal fuente de sodio en nuestra alimentación”.
Las personas consumen grandes cantidades de esta sustancia. El promedio es de 9 a 12 gramos por día, casi el doble de la ingesta diaria recomendada por especialista que alcanza 5 grms diarios para mantener la salud humana.
Complicaciones médicas causadas por el alto consumo de sal
El Instituto de Seguridad del Trabajo recuerda que el cuerpo requiere de una cantidad moderada de sal para su correcto funcionamiento ya que el sodio ayuda a generar un equilibrio de los fluidos en el cuerpo y desempeña un papel importante en el funcionamiento de los músculos y nervios.
De esta forma, un consumo inferior de sodio “contribuye a disminuir la tensión arterial y el riesgo de enfermedad cardiovascular, accidente cerebrovascular e infarto de miocardio. El principal beneficio de reducir la ingesta de sal es la correspondiente disminución de la hipertensión arterial”, indica la OMS.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) apunta que “el exceso de sal en la dieta incrementa la presión arterial causando aproximadamente el 30% de hipertensión, representa un posible carcinógeno para el cáncer gástrico y está asociada con la insuficiencia renal y la osteoporosis”.
Según la última Encuesta Nacional de Salud (2017), entre el 35% y el 40% de la población en Chile tiene hipertensión arterial, mientras que a nivel mundial hay 1280 millones de adultos de 30 a 79 años con hipertensión y que la mayoría de ellos (cerca de dos tercios) vive en países de ingresos bajos y medianos.
A raíz de esto, los Estados Miembros de la OMS han acordado reducir en un 30% el consumo de sal de la población mundial de aquí a 2025. La reducción de la ingesta de sal se considera una de las medidas más costoeficaces que los países pueden tomar para mejorar la situación sanitaria de la población. Las medidas principales de reducción generarán un año más de vida sana a un costo inferior al ingreso anual medio o al producto interno bruto por persona.
Consejos para reducir el consumo de sal
Dejar la sal consiste en adoptar un cambio de hábito que no se concreta de un día para otro. Los especialistas aconsejan ir de a poco eliminando su consumo en ciertas comidas o comenzar por dosificar y disminuir su consumo. Por ello, te dejamos los siguientes consejos que recomienda el Texas Heart Institute (THI), organización estadounidense sobre salud cardiovascular, puede ayudar a que sea mucho más fácil incorporar este hábito.
– Elige bebidas y alimentos libres de sodio. Se recomienda comer productos caseros que contienen menos porcentajes de sodio que los procesados y envasados.
– No consumas alimentos que contengan glutamato monosódico, un potenciador del sabor alto en sodio que se añade a los alimentos. Comúnmente se encuentra en sopas en sobre, caldos concentrados y conservas.
– Evita agregar demasiada sal a las comidas. Reduce gradualmente su cantidad de sodio en las preparaciones diariamente. Incluso puedes quitar el salero de su mesa, poco a poco te acostumbrarás.
– Incluye en tu dieta productos sin sal y reducidos en sodio. En estos casos, es recomendable acudir a un especialista médico que te oriente para una dieta balanceada.
¿Con qué sustituir la sal?
Hay muchos productos por los que se puede sustituir la sal para saborizar los alimentos: ajo, cebolla, pimienta negra, azafrán, canela, clavo de olor, curry, jengibre, nuez moscada, albahaca, anís, cilantro, eneldo, estragón, hinojo, laurel, menta, orégano, perejil, romero, salvia y tomillo, limón o vinagre.
El IST nos advierte que las sales que se publicitan como “0% sodio”, sustituyen el sodio por potasio y hay que tener en cuenta que el potasio está contraindicado para personas con problemas renales y que no es recomendable dárselo a los niños.