“Lo que permite nuestro test es observar, a través de las plaquetas de la sangre, lo mismo qué está ocurriendo en las neuronas de ese paciente. Los procesos patológicos a nivel molecular pueden iniciarse con bastante antelación a la expresión de los primeros síntomas”, asegura el Dr. Ricardo Maccioni, neurocientífico que desarrolló la tecnología que origina Alz Tau ®.
Desde hace seis meses, el sistema de salud chileno cuenta con un examen único en el mundo. Se trata de una tecnología que, con solo una muestra de sangre del paciente, permite detectar procesos patológicos a nivel molecular que podrían derivar en la enfermedad de Alzheimer.
La tecnología Alz-Tau® entrega un algoritmo que en ciertos individuos puede mostrar valores algo superiores al rango de normalidad, aunque no presenten síntomas. “En esos individuos es donde el médico tratante, junto a otras herramientas desde la neuropsicología y neuroimágenes, podrá entregar un plan de prevención considerando que existe un conjunto de acciones que van desde cambios en estilos de vida al uso de ciertas tecnologías como la estimulación cognitiva y la terapia hiperbárica”, sostiene el Dr. Maccioni, quien es director del Centro Internacional de Biomedicina, ICC.
Los primeros pacientes, en cifras
En estos primeros meses desde su implementación, el 42% de quienes han tomado este examen corresponden a personas entre 60-69 años, seguidos en un 28% por aquellos que están en el grupo entre 50 y 59 años.
Y han sido ellas, quienes han liderado la toma de este examen: adjudicándose el 59.5% del total de las prestaciones realizadas. Cifra que no sorprende en el ICC.
En el informe especial sobre “Raza, etnia y Alzheimer en América”, publicado en el informe sobre datos y cifras 2021 de la Alzheimer’s Association, se estableció que “esta enfermedad provoca una mayor carga para el género femenino: 2/3 de los pacientes que padecen Alzheimer en el mundo son mujeres y no sólo eso, cerca del 70% de los cuidadores de este tipo de pacientes también lo son”.
“Las mujeres históricamente han asumido el rol de cuidadoras, quizás por ello tienen significativamente más interés por temas de prevención y autocuidado. Al menos así lo corroboramos en el seminario Los Colores del Alzheimer, orientado a cuidadores y donde participaron cerca de 14 mil personas. De acuerdo con nuestra experiencia, las mujeres, en general, tienen mayor conocimiento en temas de prevención y cuidado de la salud”, comenta el científico de la Universidad de Chile.
De los resultados totales, hay un 8.5 % de resultados sobre el rango de referencia, es decir, en cuyos casos su médico tratante deberá analizar estos indicadores junto a otras herramientas pues podrían indicar que existe un riesgo y/o un posible desarrollo de la enfermedad de Alzheimer; en tanto un 5,7% estarían con resultado límite.
En ese contexto, la detección temprana y la prevención de conductas de riesgo modificables se vuelven claves en esta enfermedad que se estima afecta a unas 300 mil personas en Chile y 52 millones en el mundo.
La prestigiosa revista internacional The Lancet publicó los 12 factores de riesgo modificables, determinado que cerca de un 40% de quienes padecen demencias podrían evitar estas patologías y/o retardar su desarrollo.
Factores de riesgo
- Menor educación. Se recomienda al menos terminar la educación básica.
- Hipertensión. Es decir, tratar de mantener una presión arterial sistólica o menor a partir de los 40 años.
- Discapacidad auditiva. En tal caso, usar audífonos y proteger los oídos de los altos niveles de ruido.
- Dejar de fumar.
- Se aconseja una dieta mediterránea que permita llevar una nutrición saludable.
- Depresión. En caso de padecer esta enfermedad, tratarla.
- Inactividad física. Llevar una vida activa; practicar algún deporte, por ejemplo, desde edades tempranas y de forma permanente en la vida de las personas.
- Evitar el desarrollo de esta enfermedad, y tratarla en caso de padecerla.
- Escaso contacto social. Interactuar con otras personas, evitar el aislamiento social. En tiempos de pandemia, recurrir a la tecnología u otros recursos.
- Consumo excesivo de alcohol. Limitar su ingesta, evitar su abuso.
- Traumatismo craneoencefálico. Prevenir lesiones en la cabeza, y
- Contaminación del aire. Reducir la exposición a la polución del aire e incluso, al humo del tabaco.