La última Encuesta Nacional de Salud (ENS 2017) mostraba que un 63,2% de las personas en nuestro país presentaba algún trastorno del sueño, y tras dos años de pandemia, estos problemas han ido en aumento.
De ellos, el insomnio es el más frecuente: se estima que al menos un 40% de la población mundial tiene dificultad para conciliar o mantener un sueño continuo. Según explica el doctor José Luis Castillo, coordinador del Centro del Sueño de Clínica Santa María, “dormir de manera intermitente puede ocasionar una sensación de poca energía al día siguiente. Mientras esto ocurra de manera esporádica, no es una razón para preocuparse. Sin embargo, cuando se suman varias semanas con despertares nocturnos, sensación de somnolencia diurna, cansancio, poca capacidad de concentración e irritabilidad, es necesario consultar con un especialista”.
El doctor Enzo Rivera, neurólogo del Centro de Estudios del Sueño de Clínica Ciudad del Mar, señala: “Los factores que inciden son edad avanzada, enfermedades previas y el nivel sociocultural. Además, se presenta más en mujeres que en hombres”. El Dr. Castillo agrega que casi siempre está precedido por un insomnio situacional como resultado de acontecimientos estresantes, que no consigue mejorar cuando se han eliminado los estresores.
Lo anterior explica el incremento que este trastorno ha experimentado en pandemia. Así lo demostró un estudio latinoamericano, realizado en 2020 por la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México y del Hospital General de México en 4.831 personas, que evidenció que 47% había disminuido su tiempo de sueño, más de la mitad de ellos se estaba acostando más tarde, 1 de cada 5 usaba bebidas con cafeína, y casi la mitad algún dispositivo electrónico. Además, cerca del 40% había perdido el horario de las comidas y un porcentaje similar había disminuido el ejercicio físico. Asimismo, un 8% incrementó el uso de hipnóticos y un 10 a 20% sufría bruxismo o pesadillas.
Al respecto el especialista de Clínica Ciudad del Mar comenta: “Tras dos años de estrés recurrente, extensos períodos de confinamiento y aislamiento social, cambios en la modalidad de trabajo y estudio, disminución del tiempo de exposición a la luz y aumentó del tiempo frente a las pantallas, se vieron alteradas las rutinas saludables de sueño”.
Otro estudio, publicado por el Journal of Clinical Sleep Medicine en febrero de 2021, confirmó este escenario. A partir de la revisión sistemática y metanálisis de 44 artículos, que involucraba a un total de 54.231 participantes de 13 países, concluyó que la prevalencia de problemas de sueño durante la pandemia de COVID-19 era alta y afectaba aproximadamente al 40% de las personas de la población general. Asimismo, en los pacientes con COVID-19 activo este porcentaje llegaba a más del 70%.
Sobre estos resultados, el doctor José Luis Castillo comenta: “Además de la prevalencia, que ha ido en aumento, otro elemento preocupante es la recurrencia o gravedad de los cuadros. Nos estamos enfrentado de manera creciente en los últimos años a trastornos más severos y es importante destacar el impacto que esto tiene en la salud de las personas”.
Sueño irregular y enfermedades cardiovasculares
Y es que la calidad del sueño es un factor que incide en otras enfermedades. Según un estudio del Hospital Brigham and Women’s de Boston, publicado en 2020 en ‘The Journal of the American College of Cardiology’, el sueño irregular duplicaría el riesgo de sufrir algún tipo de enfermedad cardiovascular.
Diversos expertos coinciden en que el déficit de sueño, es decir, dormir menos de seis horas diarias y/o la mala calidad de sueño, aumenta el riesgo de tener ateromatosis (acumulación de grasa en las arterias), obesidad, hipertensión arterial, diabetes mellitus tipo 2, entre otras enfermedades que son, a su vez, las principales causantes de las patologías cardiovasculares, en especial infartos cerebrales e infartos al corazón.
Trastornos respiratorios del sueño
Además, hay otras condiciones que afectan el cómo y cuánto dormimos, así como qué tan reparador es el sueño que tenemos. El doctor Héctor Rojas, otorrinolaringólogo de Clínica Santa María, señala que el síndrome de la apnea obstructiva del sueño (SAOS) es la patología que le sigue en frecuencia al insomnio y puede incluso superarla si se considera a personas obesas e hipertensas.
A su vez, este trastorno es más frecuente con la edad y en los hombres. El doctor Rivera precisa: “Esto afecta a cerca de 4% de los hombres y 2% de las mujeres, pero en ciertos grupos la frecuencia es mucho mayor. De la mitad de quienes roncan, 1 de cada 3 es hipertenso, 1 de cada 2 es enfermo coronario, y un tercio de los hombres presenta algún tipo de disfunción sexual”.
Para el Dr. Rojas el ronquido, la apnea durante el sueño (pausas en la respiración) y la somnolencia diurna excesiva son síntomas de alerta que al estar presentes indican la necesidad de consultar al otorrinolaringólogo. “Las causas pueden ser múltiples y en función de estas hoy disponemos de importantes herramientas terapéuticas, que van desde bajar de peso, uso de máquinas de presión positiva (CPAP), dispositivos de avance mandibular y tratamientos quirúrgicos, que en conjunto permiten que estos pacientes mejoren su calidad de vida y disminuyan su morbilidad evitando complicaciones cerebrovasculares y muerte” subraya.
Recomendaciones para quienes tienen problemas de sueño:
- Tener horarios fijos para acostarse y levantarse.
- Dejar la habitación solo para dormir.
- No usar pantallas al menos una hora antes de dormir e intentar dejarlas fuera del dormitorio.
- Evitar las siestas, ya que contribuyen a dificultar la conciliación del sueño.
- La última comida debe ser liviana y un par de horas antes de dormir.
- El ejercicio es muy importante, pero se deben dejar pasar al menos tres horas sin actividad física antes de acostarse.
En relación al uso de medicamentos, el coordinador del Centro del Sueño de Clínica Santa María es enfático en señalar que estos deben reservarse para situaciones especiales definidas por un médico y utilizarse por períodos breves para evitar la dependencia. Además, destaca que en el último tiempo se han desarrollado fármacos inductores del sueño que tienen menos efectos secundarios, ya que no tienen como principio las benzodiazepinas, sino que actúan bloqueando los receptores a la orexina, proteína que interviene en el funcionamiento neuronal y el ciclo sueño-vigilia.