Cómo el ‘segundo cerebro’, el sistema nervioso entérico en nuestro intestino, se comunica con nuestro primer cerebro ha sido una de las preguntas más desafiantes que enfrentan los neurocientíficos entéricos, hasta ahora.
Una nueva investigación de la Universidad de Flinders ha descubierto cómo las células especializadas dentro del intestino pueden comunicarse tanto con el cerebro como con la médula espinal, lo que hasta ahora seguía siendo un gran misterio.
«El eje intestino-cerebro consiste en una comunicación bidireccional entre el cerebro y el intestino, que vincula los centros emocionales y cognitivos del cerebro con las funciones intestinales periféricas», dijo el autor del estudio, el profesor Nick Spencer, de la Facultad de Medicina y Salud Pública.
«Los avances recientes en la investigación han descrito la importancia de la microbiota intestinal para influir en estas vías, pero aún teníamos que descubrir cómo funcionaba la comunicación», señaló.
El estudio, publicado en el American Journal of Physiology, revela un gran descubrimiento sobre cómo las células enterocromafines se comunican con las terminaciones nerviosas sensoriales.
«Dentro de la pared intestinal se encuentran células especializadas llamadas células enterocromafines (EC) que producen y liberan hormonas y neurotransmisores en respuesta a estímulos particulares que se ingieren cuando comemos», comentó el profesor Spencer.
«Estas células EC liberan la gran mayoría de la serotonina en el cuerpo, por lo que nuestro estudio ha descubierto una pista importante sobre cómo los alimentos que comemos estimulan la liberación de serotonina, que luego actúa sobre los nervios para comunicarse con el cerebro», afirmó..
«Existe una conexión directa entre los niveles de serotonina en nuestro cuerpo y la depresión y cómo nos sentimos. Por lo tanto, comprender cómo las células EC intestinales se comunican con el cerebro es de gran importancia», explicó el investigador.
El equipo hizo el descubrimiento utilizando una técnica de rastreo neuronal desarrollada en su laboratorio, que no se usa en ningún otro lugar del mundo, lo que les permitió ver las terminaciones nerviosas sensoriales con claridad, por primera vez, en la pared intestinal.
«Esto no ha sido posible, hasta ahora, porque había tantos otros tipos de nervios también presentes en el intestino, es como encontrar una aguja en un pajar», dice el profesor Spencer.
La técnica permitió a los investigadores ver que las células EC probablemente liberan sustancias mediante un proceso de difusión, que luego actúa sobre los nervios sensoriales que se comunican con el cerebro.
No se encontró ninguna conexión física directa entre las células EC y las terminaciones nerviosas sensoriales, contrariamente a algunas sugerencias.
«El intestino es el único órgano con su propio sistema nervioso, conocido como el Sistema Nervioso Entérico o el segundo cerebro. Ahora tenemos una mejor comprensión de cómo el ‘segundo cerebro’ se comunica con el ‘primer cerebro'», señaló el profesor Spencer.