Un estudio descubre la interacción entre la función vascular linfática y la microbiota intestinal

Un estudio publicado en la revista ‘Science Advances’, reveló la interacción entre la función vascular linfática y la microbiota intestinal. El punto de partida del trabajo, liderado por la investigadora del Instituto de Investigación en Ingeniería de Aragón, Alejandra González Loyola, fue el síndrome de linfedema distiquiasis, una enfermedad humana rara que se empieza a desarrollar en la pubertad por una mutación genética hereditaria. En esta enfermedad, que no tiene tratamiento, se inflaman las extremidades por la acumulación de líquido linfático, y solo se pueden aplicar medidas correctoras como masajes o vendas.

Las personas que la padecen tienen una mutación en un gen, el factor de transcripción Foxc2 que hace que dicho gen no se exprese. Este gen es fundamental para la formación y mantenimiento de las válvulas de los vasos linfáticos que permiten un flujo linfático adecuado.

Por ello, cuando Foxc2 no se expresa no hay flujo linfático correcto. Un drenaje linfático defectuoso conduce a la fibrosis de los tejidos, deposición de grasa e inmunodeficiencia local que a su vez aumenta la susceptibilidad de estos pacientes a padecer infecciones.

Con el objetivo de mejorar la calidad de vida de estos pacientes la experta trabajó con un modelo de ratón que reproducía el síndrome humano, en el que se eliminó este gen y, por ello, las válvulas de los vasos linfáticos se volvieron defectuosas, produciendo un flujo linfático alterado y como consecuencia efectos patológicos tanto a nivel de órgano como sistémico.

Así, comprobaron que la falta de Foxc2, fundamental para mantener la integridad de las válvulas linfáticas adultas, lleva a la disrupción de la organización de los vasos linfáticos y tráfico de células inmunes. En el intestino los efectos eran muy notables, los vasos se volvían permeables y disfuncionales, produciendo una inflamación crónica e impidiendo una correcta función intestinal y una comunicación alterada del intestino con otros órganos.

«También vimos que se producían cambios metabólicos en todo el organismo y que la composición de la microbiota intestinal se veía alterada. Observamos también que la microbiota per se contribuía en gran medida a los efectos patológicos observados poniendo de manifiesto la importancia del microambiente en las funciones específicas de los órganos investigados», comentó González.

Según la investigadora, se han caracterizado las alteraciones a nivel molecular al inactivar el gen Foxc2 en vasos linfáticos adultos, lo que supone un avance «importante» en la comprensión de los mecanismos que llevan a la degeneración de las válvulas linfáticas.

Es un estudio extrapolable a otro tipo de enfermedades, dado que son resultados «importantes» para el desarrollo de futuros tratamientos diagnósticos de aquellas patologías en las que los vasos linfáticos están implicados, como la enfermedad de Crohn, el cáncer o el linfedema.

 

 

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