Con el adelanto y extensión de las vacaciones de invierno, en un contexto post encierro de pandemia en que el teletrabajo y las actividades a través de pantallas se hicieron en muchos casos comunes, entretener a los más pequeños durante estas fechas representa distintos desafíos, tanto del punto de vista recreativo como de la salud.
La académica, fonoaudióloga de la Facultad de Ciencias de la Rehabilitación UNAB y magíster en Desarrollo Cognitivo, Claudia Figueroa, explica que exponer a las niñas y niños a actividades imaginativas, deportivas o desafiantes es positivo para potenciar sus habilidades.
“Para desarrollar la cognición y habilidades de aprendizaje de niñas y niños es necesario tener claro que la experiencia y la resolución de problemas son fundamentales”, plantea.
La académica estima que “para los más pequeños pintar podría desafiarlos a iniciar y terminar la tarea, hacerlo dentro de los márgenes o incluso acomodar el lápiz de manera más fácil para que el trazo sea suave y fluido. Para otros niños, el deporte promoverá en ellos la estrategia para organizar su equipo, llegar a un arco, pegarle con dirección a una pelota. Todo ello lo disponen para aprender de ellos mismos y de su entorno de manera más flexible y creativa, que es la base de la inteligencia”.
Exceso de pantallas
Para Figueroa el uso de pantallas, por más que sea un elemento que también impone desafíos, “no es que limite del todo el aprendizaje, sino más bien lo perjudica al ser un instrumento que aísla a los niños (aunque estén jugando en línea), pues pierden la socialización de las propias habilidades emocionales y cognitivas, aspectos fundamentales para adaptarse a una comunidad”.
Asimismo, indica que el exceso de estos dispositivos disminuye la creatividad de la misma forma en cómo hacer una actividad repetidamente nos hace tener escenarios muy poco cambiantes.
“El mantener esta rutina no impone mayores desafíos, los mantiene estáticos con poca actividad física, algo de suma importancia para el desarrollo inicial y, además, disminuye la actividad imaginativa, base del aprendizaje escolar”, subraya.
La fonoaudióloga de la UNAB menciona que el juego y la recreación no solo son fundamentales para generar y fortalecer habilidades propias, “sino que además ponen en contacto con otros niños y adolescentes que observan, copian y crean sus propias formas de enfrentarse a estas actividades”.
En contraste, las pantallas evitan y limitan la mayor parte de estas posibilidades. “Por más que creamos que el desafío del juego en línea es permanente, se ha visto en estudios cerebrales que las zonas para activar son siempre las mismas y esto nunca es tan positivo en los estados iniciales del desarrollo”.
“El tiempo de exposición es variable según la etapa del desarrollo, pero en general con una o dos horas diarias debiera ser suficiente para dar paso a otras actividades recreativas que expongan a nuestros niños al desafío de explorar y conocerse” expresó la experta en desarrollo cognitivo.
Fuente: Universidad Andrés Bello.