Un nuevo estudio ha descubierto cómo las células de barrera que recubren los intestinos envían sus mensajes a las células T del sistema inmunitario que ‘patrullan’ en la zona. Según el estudio de científicos del Instituto de Inmunología de La Jolla (LJI), en Estados Unidos, publicado en la revista ‘Science Immunology’, estas células se comunican expresando una proteína llamada HVEM, que incita a las células T a sobrevivir más tiempo y a moverse más para detener posibles infecciones.
«La investigación muestra cómo las células de barrera del intestino, los elementos estructurales del tejido y las células inmunitarias residentes se comunican para proporcionar defensa al huésped», afirma el profesor y director científico del LJI, el doctor Mitchell Kronenberg, autor principal del nuevo estudio.
Las células de barrera, o células epiteliales, forman una capa de una célula de espesor que recubre el intestino. Podemos imaginarnos estas células alineadas como una cola de espera en un club nocturno. Las células epiteliales se aprietan entre sí. Se empujan unas a otras y se comunican entre sí.
Mientras tanto, los ‘guardias de seguridad’ de las células T circulan alrededor de la fila, mirando hacia arriba y hacia abajo en busca de señales de problemas. «Estas células T se mueven alrededor de las células epiteliales como si realmente estuvieran patrullando», explica Kronenberg.
La pregunta que se planteaban los investigadores es qué mantiene a estas células T en el epitelio para que hagan su trabajo. «Tenemos una idea de lo que hace que las células T lleguen al intestino, pero tenemos que entender lo que las mantiene allí», dice Kronenberg.
De hecho, muchas células inmunitarias residen a largo plazo en tejidos específicos. Al comprender las señales que mantienen a las células T en determinados tejidos, Kronenberg espera arrojar luz sobre afecciones como la enfermedad inflamatoria intestinal, en la que se acumulan demasiadas células T inflamatorias en el intestino.
En el nuevo estudio, los investigadores descubrieron que las señales importantes en el intestino se envían a través de la membrana basal, una fina capa de proteínas situada bajo el epitelio. En la escena de nuestra discoteca, la membrana basal sería la acera en la que se encuentra todo el mundo.
Sus experimentos demuestran que las células epiteliales reciben señales a través de las proteínas HVEM de su superficie que estimulan la síntesis de las proteínas de la membrana basal. El equipo descubrió que sin HVEM, las células epiteliales no podían hacer su trabajo porque producían menos colágeno y otros componentes estructurales necesarios para mantener una membrana basal sana.
Las células T detectan la membrana basal a través de las moléculas de adhesión que expresan en su superficie, denominadas integrinas. La interacción de las integrinas de las células T con las proteínas de la membrana basal promueve mensajes que permiten a las células T sobrevivir y patrullar en el epitelio.
Según explica, «es como si las células epiteliales hubieran escrito mensajes en la acera: ‘Quédate aquí’, ‘Patrulla aquí’, ‘Haz tu trabajo’. Sin una membrana basal suficiente, las células T no podrían sobrevivir tan bien ni salir a patrullar».
Utilizando un modelo de ratón, los investigadores demostraron entonces que la eliminación de la expresión del HVEM -sólo en las células epiteliales del intestino- suponía un duro golpe para la salud intestinal. Las células T que patrullaban no podían sobrevivir tan bien y no se movían tanto. Estas células T eran pésimas guardianas de seguridad.
Cuando se les enfrentó a la ‘Salmonella typhimurium’, una bacteria invasiva que causa gastroenteritis, las células T permitieron que la infección se apoderara de los intestinos y se extendiera al hígado y al bazo.
Por lo tanto, la HVEM de las células epiteliales sentó las bases para que las células T custodiaran el intestino -fue la propia razón por la que sobrevivieron en el epitelio- comunicándose con las células T indirectamente a través de la membrana basal.Estos conocimientos se obtuvieron a partir de una serie de experimentos encabezados por los primeros autores del estudio, el doctor Goo-Young Seo, instructor del LJI, y el doctor Daisuke Takahashi, anteriormente del LJI y ahora en la Universidad de Keio en Tokio.
En el futuro, Kronenberg y sus colegas están interesados en investigar el papel del HVEM en el mantenimiento de una población sana de microbios intestinales. Kronenberg afirma que hay indicios de que la falta de HVEM puede influir en la composición del microbioma intestinal incluso en ausencia de bacterias patógenas.