“Fake science”: los problemas éticos de la ciencia

Hace unas semanas el físico francés Etienne Klein revolucionó las redes sociales al twittear una espectacular imagen de lo que supuestamente era la estrella más cercana al sol, la Proxima Centauri, solo que en vez de colocar una fotografía auténtica, usó la de un chorizo. Este experimento mediático por parte del científico, quien ofreció disculpas por la broma, fue para generar conciencia sobre las noticias falsas (fake news) y advertir que no hay que creer en todo lo que se viraliza.

El mundo de la ciencia tampoco escapa a este tipo de problemas. La fake science se ha convertido en una verdadera amenaza que pone en riesgo la credibilidad científica, con investigaciones donde existe intencionadamente manipulación de datos (falsificación) o invención de resultados (fabricación) y/o falta de rigurosidad científica de procedimientos.

En ese contexto, la Universidad San Sebastián (USS) creó la Dirección de Integridad, Seguridad y Ética de la Investigación, que busca resguardar el cumplimiento de los códigos éticos, con la misión de generar políticas y protocolos para guiar el quehacer de la investigación.

“La universidad es bastante pionera en Chile con respecto a estos temas, siendo la primera que tiene este tipo de dirección”, destaca la Dra. Andrea Leisewitz, directora del organismo.

La base es la confianza

“La ciencia se basa en la confianza”, plantea la Dra. Leisewitz, quien resalta que “el investigador o investigadora usa lo que otras personas han publicado para seguir construyendo conocimiento, confiando en los datos y en la rectitud ética de quien investigó y publicó con anterioridad. Pero si falla un eslabón de esta cadena, las consecuencias son enormes para el mundo científico y para la sociedad al afectar la fe pública en la ciencia”.

“Es como la construcción de un edificio, si una de las bases no fue construida de manera correcta, en algún minuto un pequeño movimiento lo va a desmoronar y se va a desmoronar todo lo que se construyó sobre la base de esos pilares”, ejemplifica.

La gravedad de la fake science es que no sólo afecta el quehacer científico, sino que la confianza de las decisiones de política pública que se toman a partir de este conocimiento.

También impacta en la formación de nuevos científicos y en quienes colaboraron en el desarrollo de la investigación. Según explica la Dra. Leisewitz los investigadores se forman con un tutor o mentor, que representa “un ejemplo para el estudiante. Si esa persona hubiera hecho algo incorrecto y hubiese sido descubierto, se cuestiona la calidad científica de la formación de todos sus estudiantes y de todos los científicos que fueron sus colaboradores, que sin haber participado del fraude se ven expuestos”, agrega.

Finalmente, la académica enfatiza que se necesita que las instituciones en donde se produce este conocimiento, cuenten con políticas de integridad científica y mecanismos para respaldar que los resultados de investigación se han producido de acuerdo a los estándares de buenas prácticas y, de esa manera, evitar la fake science.

Fuente: Universidad San Sebastián.

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