Cuatro señales de un infarto a las que debemos prestar atención

Las enfermedades cardiovasculares son la segunda causa de muerte en Chile de acuerdo con el Anuario de Estadísticas Vitales 2019 presentado por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), y la Organización Mundial de la Salud estima que cada año fallecen 17,9 millones de personas a nivel global.

Una de las patologías más comunes es el infarto al miocardio, que corresponde, según explica la Dra. María Arantzazú Perurena, cardióloga de Clínica Ciudad del Mar, a la “manifestación de una enfermedad que afecta a las arterias coronarias y que evidencia el compromiso de estas arterias por la obstrucción del flujo sanguíneo”.

La especialista precisa que esto no permite mantener la correcta oxigenación del músculo cardíaco, provocando un infarto.

Hábitos poco saludables

Se trata de una afección directamente vinculada con hábitos poco saludables que pueden deteriorar las arterias. El Dr. Alfredo Labarca, urgenciólogo de Help, enumera los siguientes:

Consumo de tabaco: daña las arterias, eleva la frecuencia cardíaca y la presión arterial, lo cual puede causar severos problemas para el corazón y el organismo.
Mala alimentación: puede provocar hipertensión arterial, colesterol alto y/o diabetes. Para mejorar esta condición, se recomienda alimentarse saludablemente, practicar ejercicios con frecuencia, reducir el consumo de alcohol y mantener un buen control de sus enfermedades crónicas.
Estrés: es un factor que podría ocasionar problemas de ansiedad, depresión e impactar en la salud del corazón. Para contrarrestar lo anterior, se deben buscar espacios de desconexión y realizar actividades como yoga, pilates y meditación.

También existen otros factores de riesgo y enfermedades que pueden provocar un infarto al corazón como la diabetes, obesidad, arritmias y sedentarismo.

¿Cuáles son los síntomas que indican un infarto?

1. Dolor opresivo muy intenso en la zona del esternón. Generalmente el dolor es más fuerte en el lado izquierdo y no cambia con el reposo ni la respiración.

2. Dolor en la parte alta del abdomen, dificultad para respirar, ganas de vomitar y pérdida de conocimiento.

3. El dolor puede extenderse hacia otras zonas del cuerpo como la mandíbula, cuello y espalda, brazo izquierdo y, en algunos casos, hasta el brazo derecho.

4. Algunos pacientes presentan sudor frío y mareo.

Cuando un paciente llega con estos síntomas a la urgencia, debe pasar de inmediato a evaluación con el médico de turno y realizarse un electrocardiograma para detectar rápidamente si tiene algún problema cardíaco.

Allí un cardiólogo intervencionista, médico especialista en el estudio y reparación de las arterias del corazón, debe analizar el electrocardiograma y, si efectivamente se trata de un infarto, activar su atención integral.

“En el caso de un paciente infartado, realizamos un estudio invasivo al corazón que se llama coronariografía, para identificar la o las arterias responsables del infarto”, explica el Dr. Luis Pérez de Clínica Biobío.

Dependiendo del resultado, se pueden realizar tres tratamientos. “El más común es la angioplastia, que se hace en el mismo momento del examen, donde reparamos la arteria instalando un dispositivo que la repara por dentro. Si el paciente tiene muchas arterias enfermas, lo mejor es una cirugía a corazón abierto. Y si la arteria es muy fina y el infarto es pequeño, la opción es seguir un tratamiento con medicamentos orales”.

Posibles secuelas

El Dr. Ángel Puentes, cardiólogo de Clínica Dávila, afirma que “la secuela más temida de un infarto al miocardio es la insuficiencia cardiaca, es decir, un daño permanente”.

“El corazón es una bomba y, tras un infarto muy extenso, pierde la capacidad de contracción, lo que determina que ese paciente pueda requerir de un monitoreo permanente, tanto con fármacos como con ejercicios y cambios en su alimentación”, agrega el especialista.

Para proteger el corazón, la nutricionista de Vidaintegra, Fernanda Larenas, recomienda el consumo de alimentos ricos en ácidos grasos porque cuentan con la combinación de omega 3 y 6, grandes protectores de la salud cardiovascular.

Estos se encuentran en pescados como el jurel, blanquillo, reineta, la caballa y merluza y, en el caso de omega 6, los aceites vegetales y las nueces

Además, la incorporación de la fibra y legumbres en la dieta diaria.

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