Más allá de tener un mal sueño, hay personas para quienes esto es recurrente, con síntomas pueden conducir a un diagnóstico de trastorno de pesadillas, enfermedad que afecta a cerca del 4% de los adultos, según la Academia Estadounidense de Medicina del Sueño.
Un nuevo estudio suizo propone que la reproducción de un sonido asociado a una experiencia diurna positiva durante la fase REM (movimiento ocular rápido) puede reducir la frecuencia de estos episodios. Los hallazgos, publicados en la revista Current Biology, sostienen que manipular las emociones durante el sueño puede ayudar a disminuir las pesadillas.
“Hasta donde yo sé, éste es el primer estudio clínico y terapéutico que utiliza la activación de la memoria como objetivo para acelerar y mejorar la terapia”, dijo el autor principal, el Dr. Lampros Perogamvros, psiquiatra del Laboratorio del Sueño de los Hospitales Universitarios de Ginebra y de la Universidad de Ginebra.
Avance prometedor
“Se trata de un avance prometedor. Parece que la adición de un sonido bien programado durante el sueño REM aumenta el efecto de la terapia de ensayo de imágenes… que es un estándar y quizás una de las terapias no farmacológicas más eficaces en este momento“, dijo el Dr. Timothy Morgenthaler, autor principal de las directrices más recientes de la Academia Estadounidense de Medicina del Sueño sobre las pesadillas.
“El resultado debería replicarse”, manifestó Morgenthaler, quien pese a no participar en el estudio, expresó que “me emocionó un poco esta nueva posibilidad”.
Reinventar la pesadilla
La terapia de ensayo de imágenes tiene cuatro pasos básicos que pueden enseñarse en un día, dicen los expertos.
• En primer lugar, se pide a las personas que escriban todos los detalles de su pesadilla.
• A continuación, cada persona reescribe la pesadilla con un arco positivo, asegurándose de que termine con una solución o resolución agradable o empoderadora.
• El sueño reelaborado debe ensayarse de cinco a 20 minutos cada día hasta que se haya entretejido en los circuitos de memoria del cerebro.
• Una vez que se logra recordarlo, es el momento de ponerlo en acción ensayando el nuevo sueño justo antes de acostarse.
En la investigación, 18 personas con trastorno de pesadillas escucharon un sonido neutro, un acorde de piano, mientras reinventaban sus pesadillas de forma más positiva. Un grupo de control de 18 personas que también padecían el trastorno de pesadillas no escuchó ningún sonido adicional, mientras reelaboraba sus sueños.
En total, 36 personas recibieron una cinta para la cabeza llamada actimetro para que la llevaran por la noche durante dos semanas. Además de monitorear las fases del sueño, el dispositivo emitía el sonido de forma que no despertara al durmiente: por conducción ósea.
“Uno de los aspectos significativos de la intervención de este estudio es el uso de una tecnología relativamente nueva que puede calcular con mayor precisión el estímulo del verdadero sueño REM”, afirma Morgenthaler, profesor de medicina de la Facultad de Medicina de la Clínica Mayo.
El sonido se administró a ambos grupos cada 10 segundos durante la fase de sueño durante un periodo de dos semanas. En este caso, “la terapia de ensayo de imágenes funcionó en todos los participantes, incluido el grupo de control”, dijo Perogamvros.
“Pero en el grupo experimental, en el que el sonido se asoció positivamente, la disminución fue significativamente mayor: tuvieron casi cuatro veces menos pesadillas”, resaltó.
La terapia de ensayo de imágenes también redujo la angustia general, las medidas del estado de ánimo y la calidad del sueño en ambos grupos, pero la reducción de las pesadillas se produjo más rápidamente en el grupo experimental y persistió en un seguimiento de tres meses, dijo Perogamvros. Además, los integrantes del grupo que escuchó el sonido informaron de experiencias oníricas más alegres durante sus sueños que los del grupo de control.
Se necesita más investigación para verificar estos resultados y ampliar el concepto, pero Perogamvros afirmó que esperaba que la técnica pudiera suponer un avance para el 30% de los pacientes que no responden a la terapia de ensayo de imágenes, también llamada IRT, por sus siglas en inglés.