Epilepsia: siete de cada 10 personas podrían vivir sin convulsiones si fueran diagnosticadas adecuadamente

Caracterizada por una actividad eléctrica cerebral anómala que provoca convulsiones, conductas o sensaciones poco frecuentes y en ocasiones pérdida del conocimiento, la epilepsia es una de las enfermedades neurológicas crónicas más comunes en la población.

De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), aproximadamente 50 millones de personas en el mundo tienen esta patología, de las cuales cerca del 80% pertenecen a países de ingresos bajos o medianos.

Asimismo, se estima que el 70% de los pacientes con este trastorno neurológico podrían vivir sin convulsiones si se diagnosticaran y trataran adecuadamente. Mientras que el riesgo de muerte prematura es hasta tres veces mayor que en la población general, debido a que las causas están relacionadas a caídas, ahogamientos, quemaduras y convulsiones prolongadas.

Control de los episodios

De acuerdo a la Dra. Anna Milan, neuróloga de la Clínica Dávila, hasta un 70% de pacientes logran un buen control de sus episodios con tratamiento médico en monoterapia, es decir, con el uso de un solo fármaco. Mientras que un 30% va a tener mayor dificultad para controlarlas.

Sin embargo, comenta que, por lo general, el paciente puede tener una vida normal, solo con leves limitaciones en algunas actividades de riesgo, lo que se debe determinar caso a caso y por un especialista.

“Aquellos en los que no se logra el control de crisis con dos o más fármacos usados en dosis óptimas, se les llama epilepsias farmacorresistentes. Idealmente este tipo de pacientes, sobre todo aquellos con diagnósticosfocales y lesionales, deben ser evaluados por un epileptólogo para determinar si son buenos candidatos quirúrgicos, con lo que lograremos mejor control de sus estados epilépticos y, por lo tanto, mejor calidad de vida”, señala.

El Dr. Enzo Rivera, neurólogo de la Clínica Ciudad del Mar, comenta que las crisis no siempre se presentan con convulsiones, ya que frecuentemente son síntomas breves y repetitivos que suelen ocurrir una vez al día o durante la semana, ya sea en vigilia o en la noche durmiendo.

“Pueden ser pequeños saltos de una extremidad, siempre la misma; fenómenos sensoriales como percepción de olores, siempre el mismo; visión de luces o sensación de extrañeza frente al medio (desconocimiento)”, explica.

Guía del Minsal

En lo que respecta al rango etario, la última Guía de Práctica de la Clínica Epilepsia en el Adulto, realizada por el Ministerio de Salud, sostiene que la incidencia se distribuye en una curva bimodal, “con un peak en la infancia y otro en los adultos mayores”.

La Guía agrega que la prevalencia de comorbilidades como depresión, ansiedad y fracturas es mayor, ya que el riesgo de suicidio es entre dos a 10 veces superior que en la población general, sumado a la estigmatización que tiene esta enfermedad, tanto en niños como en adultos.

Al respecto, Fernando Marchant, psicólogo de Vidaintegra comenta que “una explicación del aumento del suicidio en la población de pacientes epilépticos en comparación con la población en general puede ser debido a las características propias de la personalidad de las personas con epilepsia que son, por ejemplo, mayor ansiedad, mayor desgaste por la enfermedad, cansancio, mayores molestias psicosomáticas, mayor reactividad a lo contextual o al ambiente, mayor impulsividad, entre otros”.

¿Cómo actuar frente un ataque epiléptico?

El Dr. Jorge Parra, neurólogo de Clínica Santa María, sostiene que lo más importante es mantener la calma y registrar el tiempo de duración.

“Si duró más de 5 minutos o si la persona no llegó a despertar como estaba antes, se debe concurrir al servicio de urgencia, pues nos encontramos ante un estatus epiléptico. Al contrario, si es corta hay que intentar determinar el factor desencadenante y consultar a neurólogo de manera ambulatoria para definir la conducta a seguir”, señala.

Ante este tipo de situaciones, el Dr. Alfredo Labarca, urgenciólogo de Help recomienda:

• Evitar que la persona se lesione aún más. Poner una almohada bajo su cabeza para que no se golpee y genere lesiones con el entorno.

• No introducir elementos en la boca. Esta acción es más peligrosa que la potencial mordedura de lengua, ya que la persona puede llegar a asfixiarse.

• Tras el término de la crisis, posicionar al paciente en decúbito lateral con el brazo de abajo en flexión y el otro estirado hacia el lado, la pierna inferior en extensión y la superior flectada en la rodilla.

• No dejar a la persona sola, ya que puede llegar a experimentar desorientación y desconexión.

Por su parte, la Dra. Karem Muena, jefa de Urgencia de la Clínica Dávila Vespucio, complementa: “Hay que tratar que el paciente no vomite y se produzca aspiración de este contenido, por lo tanto, tenemos que elevar su cabeza y girarla para que, si es que tiene nauseas posterior a la crisis, no tenga el riesgo de aspiración. Se debe mantener a la persona en un lugar seguro y buscar ayuda médica. Ya en urgencia, a los pacientes se les da soporte con oxígeno y se inicia el tratamiento, manejando la convulsión con sedantes y anticonvulsivantes”.

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