Comer solo y ver pantallas aumenta el riesgo de sufrir trastornos alimentarios

Distintas investigaciones internacionales evidencian que comer en solitario y viendo pantallas aumenta el riesgo de sufrir trastornos alimentarios. Por esta razón, uno de los objetivos de las Guías Alimentarias para Chile publicadas por el Ministerio de Salud, desarrolladas por un equipo encabezado por el Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA) de la Universidad de Chile, es evitar estas conductas.

La doctora en Salud Comunitaria de la Universidad de Illinois en Urbana Champaign y profesora del Departamento de Nutrición de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, Patricia Gálvez, quien participo en la fundamentación y revisión de los mensajes finales propuestos por estas Guías Alimentarias, señala que hay abundante literatura científica que respalda la recomendación de evitar las conductas mencionadas.

Entre los estudios, algunos que aseguran que comer solitario aumenta en 45% el riesgo de sobrepeso en los hombres y un 29% en el caso de las mujeres. Asimismo, han determinado que ingerir comida frente a un televisor incrementa en 37% la posibilidad de sobrepeso.

La referencia a esta materia se encuentra en el punto 9 de las Guías Alimentarias, que acaban de entrar en vigencia en Chile: “En la mesa disfruta de tu alimentación, come acompañado cuando puedas y saca las pantallas”.

Solteros más vulnerables

Entre las investigaciones que respaldan las apreciaciones de la doctora Gálvez se encuentra una realizada por el Dongguk University Ilsan Hospital de Seúl, Corea, publicada por el sitio de internet El Confidencial de España, donde se sostiene que los hombres que comen solos presentan un 45% más de probabilidades de padecer sobrepeso y un 64% más riesgo de sufrir síndrome metabólico.

Este último es un conjunto de trastornos que aumentan el riesgo de padecer enfermedades cardíacas, derrame cerebral y diabetes. Incluye presión arterial y azúcar en la sangre elevadas, exceso de grasa corporal en la cintura y niveles anormales de colesterol.

Para llegar a estas conclusiones, sus autores examinaron a 7.725 adultos, a los que se les pidió que indicaran la frecuencia en la que comían solos. Así se descubrió que quien lo hacía más de dos veces al día era más propenso a desarrollar obesidad abdominal y enfermedades cardiovasculares.

Los expertos descubrieron que los hombres solteros que comían solos tenían hasta el triple de riesgo de sufrir síndrome metabólico en comparación con los varones que lo hacían acompañados. El riesgo asociado a comer en solitario en el caso de los individuos se mantenía incluso cuando se ajustaban factores como la edad, el consumo de tabaco y alcohol, el ejercicio físico, y el nivel educativo y socioeconómico.

En estudios anteriores ya se había demostrado que los núcleos familiares tendían a ser cada vez más pequeños o unipersonales, algo que afectaba a los patrones alimenticios, que se habían vuelto irregulares y hacían que cada vez fuera más frecuente que las personas comieran en solitario.

En otras investigaciones, además, se ha observado que las personas que se alimentan solas eran más propensas a elegir alimentos poco saludables, consumir menos frutas y verduras, y tener horarios irregulares en las ingestas.

Comer es social

La doctora Gálvez explica que la calidad alimentaria podría verse alterada cuando uno come solo, ya que se “tiende a comer más rápido, lo que está más a mano y comerlo en los 10 minutos que da el tiempo disponible”.

Indica también que hay una liberación de ciertas sustancias al interior del organismo que se produce de manera diferente cuando uno come solo o acompañado y que resulta más saludable hacerlo de esta última manera.

En este sentido, subraya que las Guías Alimentarias son un aporte “y, con una propuesta novedosa y actualizada, ayuda a que las personas tomen conciencia de que si comen solos puede que estén comiendo de manera menos adecuada que si lo hicieran con amigos o con familia”.

La experta menciona que “desayunar con todos los integrantes del hogar, o al menos con otra persona, es más saludable y promueve, por ejemplo, mejor calidad alimentaria en los adolescentes, que suelen salir de casa sin haber comido nada”.

Destaca, además, que las comidas en familia o con compañía son una instancia en que se transmiten valiosas enseñanzas sobre la alimentación que favorecen, sobre todo, a los niños y niñas. “Se producen momentos de comunicación, de dispersión. El comer es algo social”, expresa.

Fuera las pantallas

Su colega, la doctora en Salud Pública por la Universidad Erasmus de Rotterdam, también profesora del Departamento de Nutrición de la Universidad de Chile y miembro del equipo que confeccionó las Guías, Sandra López, señala que para la recomendación de comer sin estar mirando pantallas también hay evidencia internacional.

Un estudio de la Universidad Estatal de Ohio, Estados Unidos, detectó que comer frente al televisor aumenta en un 37% la probabilidad de tener sobrepeso, porque las personas se concentran más en lo que ven que en lo que comen.

Otras investigaciones han demostrado que un efecto similar produce ingerir comida frente a las demás pantallas de uso común en la actualidad, como celular, notebook, tablet y PC.

Sobre este punto, la doctora López considera que se configura una situación relacionada a la de comer solo o acompañado. “Cuando uno come mirando las pantallas presta menos atención de lo que se está comiendo. Hay estudios que demuestran que hacerlo puede llevar a comer más de lo que se quiere o se debiera”, apunta.

“Si se está viendo una película u otro tipo de programas se produce un aumento del ‘picoteo’ y se consume cosas que no se debería comer”, señala, para agregar que se produce una tendencia a reemplazar comidas que no es saludable. “Se cambia, por ejemplo, la cena por la once, que induce a más ‘picoteo’. Y como la persona no es tan consciente, come más de lo que debería”.

La académica agrega que al comer frente a la pantalla no se activan las señales de hambre y saciedad como resultaría más saludable, “entonces la gente sigue comiendo, y no se siente saciada”.

Chile crítico

El asunto es crítico para Chile por su primer lugar de prevalencia en obesidad infantil en América Latina y sexto a nivel mundial.

Según diversas encuestas, nuestro país se encuentra también en los primeros lugares de obesidad adulta del continente, junto a México y Estados Unidos.

Esta situación responde a diversos factores. Uno de ellos es el sedentarismo presente en Chile, que llega al 90% en mujeres y al 83,3% en hombres, según la última Encuesta Nacional de Salud realizada para el período 2016-2017.

“Social y culturalmente estamos bien occidentalizados. No tenemos margen para cocinar, por ejemplo, una cazuela, una carbonada, cosas que requieren más tiempo. Las tantas horas de trabajo que tenemos aquí influyen negativamente”, expresa la especialista, quien le asigna especial importancia a la escasa actividad física de los chilenos.

La experta subraya que la población vulnerable es la que menos actividad física realiza “porque gasta más horas en el trabajo y es más difícil que pueda tener un tiempo libre para hacer ejercicio”.

Las Guías Alimentarias ayudan a entender que “la alimentación es algo más que comer nutrientes, calorías, grasas, o que tenemos que dejar de comer esto o comer más de esto otro. Le dan una relevancia a cómo comemos”, sostiene la doctora Gálvez.

Fuente: Universidad de Chile.

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