Los días fríos de la actual temporada pueden desencadenar un aumento de la sintomatología asociada a la rosácea, debido al viento o los cambios de temperatura que ocurren al pasar desde espacios calefaccionados al exterior y viceversa.
La rosácea es una enfermedad inflamatoria del rostro “que se puede manifestar con episodios de intensa vasodilatación, que se visualiza como rojez facial, a lo cual se pueden sumar síntomas como ardor o prurito”, explica el dermatólogo y académico de la Facultad de Medicina de la Universidad de Concepción, Marcelo Ruiz Orellana.
El integrante del Departamento de Medicina Interna agrega que hay casos en que los pacientes pueden presentar pápulas y pústulas -similares a las que ocurren en el acné- y algunos en los que se produce un aumento del volumen nasal, por el engrosamiento de la piel, que se conoce como rinofima y que afecta más a hombres que a mujeres.
También existe la rosácea ocular, que afecta de forma específica a los ojos.
“Se suele manifestar con congestión ocular y sensación de ojo seco o de cuerpo extraño en él”, indica el especialista.
Origen multifactorial
El origen de la rosácea es multifactorial y en cerca de un tercio de los casos existen antecedentes familiares, lo que da cuenta de una importante predisposición genética hacia la enfermedad.
“Existe también una serie de factores ambientales que pueden contribuir a su aparición o agravamiento, como por ejemplo la exposición al sol, temperaturas extremas, viento, exposición a productos químicos irritantes, entre otros”, agrega.
Otro factor a considerar es la dieta, ya que hay alimentos que pueden agravar la condición de los pacientes, como los cítricos, los lácteos, los frutos secos, los platos muy condimentados y el ají; además de bebidas como el café y el alcohol.
También hay que evitar consumir líquidos y comidas muy calientes, y reducir el estrés emocional, que es otro factor que agudiza la afección.
“Además se ha identificado un parásito que habita normalmente la piel del ser humano, llamado Démodex folliculorum, el cual aumenta su población en personas que padecen rosácea. Este aumento contribuiría a la inflamación de la piel. Otro hallazgo relevante es que la respuesta inmune innata, la ‘primera defensa` de la piel, está exacerbada en pacientes con rosácea, dado que la piel libera una mayor cantidad de péptidos antimicrobianos, lo cual contribuiría a una mayor inflamación”, anota el dermatólogo.
La rosácea es una enfermedad de evolución crónica que no tiene cura, por lo que quienes la padecen deben aprender a manejar sus molestias para resguardar su calidad de vida.
Las indicaciones para controlar los síntomas es evitar los factores que la acentúan, así como cosméticos que empeoran el cuadro, y preferir productos de limpieza o cremas creados para pieles sensibles o específicos para rosácea y sin perfume. El especialista recuerda, asimismo, el uso permanente de protección solar, factor 50 idealmente, para evitar los daños del sol.
Opciones de tratamiento
En momentos de crisis, las personas deben acudir al dermatólogo para recibir tratamientos que incluyen productos de uso tópico, como cremas de metronidazol o ivermectina; y farmacológico con antibióticos como la doxiciclina, para reducir la inflamación o vasodilatación y que son específicos para cada persona.
Otras formas de abordar la enfermedad son los procedimientos con láser que, de acuerdo con el médico, “puede ser de mucha utilidad, para reducir la congestión vascular presente en la rosácea, reduciendo la rojez y cantidad de vasos sanguíneos dilatados”.
Sin embargo, el especialista advierte que los beneficios de estas intervenciones no son permanentes, ya que la enfermedad continuará evolucionando a lo largo del tiempo y el paciente requerirá de tratamiento.
Para el cuidado en casa durante las crisis, el consejo es aplicar compresas de agua de manzanilla, que tiene efecto antinflamatorio.
Fuente: Universidad de Concepción.