Con el ascenso de la pandemia, todos los esfuerzos de los profesionales de la salud se volcaron en tratar de frenar la transmisión del virus vía a aérea. Los recursos tanto profesionales como de equipos y medicamentos se enfocaron en tratar a los pacientes con Covid-19. Sin embargo, este complejo escenario tratando de contener el SARS-CoV-2 propició la propagación de patógenos, bacterias y hongos resistentes a los medicamentos.
“Creer que en el mundo hay un solo patógeno es verdaderamente problemático”, afirmó a The New York Times Susan S. Huang, especialista en enfermedades infecciosas de la Facultad de Medicina de la Universidad de California en Irvine. La especialista recalcó su impresión de que poner el foco en la pandemia derivó en que se propagaran infecciones resistentes a los medicamentos.
Uno de los que más ha llamado la atención durante este periodo es la infección proveniente de un hongo llamada Candida auris. En Estados Unidos, por ejemplo, se había logrado limitar hasta el 2019 la propagación de esta infección en de Los Ángeles. Sin embargo, en la actualidad hay cerca de 250 casos en los centros de salud del condado, comentó Zachary Rubin a la revista The New York Times.
Su proliferación se atribuye a múltiples factores. Uno de ellos es la dificultad para aplicar a las pruebas de detección del patógenos dado que la gran mayoría de los recursos se utilizaron para las pruebas de Covid-19.
Su multiplicación preocupa a las autoridades de salud puesto que cerca de 2 millones de personas mueren por esta infección cada año. El Candida auris ha sido nombrada por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos como una amenaza fúngica emergente mortal que se extiende por los hospitales de todo el mundo.
Este hongo se caracteriza por ser altamente resistente a las terapias antibióticas más corrientes que se usan para repeler una infección entre los confines de una institución de salud. Está dentro de las llamadas infecciones intrahospitalarias y es difícil detectarla de forma temprana.
La preocupación de la comunidad médica no es menor, puesto que produce severas e invasivas enfermedades que afectan a la sangre, el corazón y el cerebro provocando una alta letalidad. En 2019, la Organización Mundial de la Salud la declaró como una de las diez mayores amenazas para la salud global dadas sus características.
En 2009 fue detectado por primera vez este hongo en Japón, al infectar en el oído a una mujer sana. Desde ese año se ha estado estudiando la forma de contrarrestarlo, pero ha probado ser multirresistente a la mayoría de las drogas antifúngicas comúnmente utilizadas para tratar las infecciones por Candida.