Más que una corazonada: cómo el cambio climático afecta la salud gastrointestinal

Desde las enfermedades relacionadas con el calor hasta la expansión geográfica de las enfermedades infecciosas, los efectos del cambio climático sobre la salud humana son complejos y, de hecho, las dimensiones de esta interacción, como el impacto del cambio climático sobre la salud intestinal, siguen siendo ignoradas.

Investigaciones recientes muestran que este fenómeno global puede causarle malestar estomacal, literalmente.

La autora Elena Litchman, ecologista y profesora de la Fundación de Investigación de la Universidad Estatal de Michigan, pide colaboraciones interdisciplinarias para resolver este complejo problema. Un nuevo artículo de revisión publicado en The Lancet Planetary Health describe cómo los efectos combinados del cambio climático podrían debilitar los microbiomas intestinales humanos, y se espera que los impactos más graves se produzcan en los países de ingresos medios y bajos.

Estas regiones enfrentan mayores riesgos debido a la inseguridad alimentaria, la malnutrición y la exposición a patógenos que causan enfermedades. Estos desafíos podrían tener un efecto en cadena sobre la composición de los ecosistemas microbianos intestinales en todo el mundo.

El estrés térmico puede inducir cambios complejos en el intestino, incluidos cambios en la composición de la microbiota, aumento de los niveles de oxígeno y sobreproducción de hormonas del estrés, cambios que podrían hacer que las personas sean más susceptibles a organismos dañinos.

Estos cambios podrían alterar la salud a nivel molecular, incluyendo alteraciones en importantes funciones digestivas e inmunológicas. Una consecuencia, dice Litchman, es una menor capacidad del cuerpo para absorber nutrientes vitales: un problema que empeora exponencialmente cuando escasean los alimentos nutritivos.

Además, el revestimiento gastrointestinal del cuerpo se vuelve más permeable bajo estrés térmico, lo que permite que las toxinas y los patógenos del tracto digestivo ingresen más fácilmente al torrente sanguíneo.

En los países de ingresos medios y bajos, especialmente en los trópicos, el aumento de las enfermedades gastrointestinales plantea una amenaza multifacética. Los cambios ambientales promueven el crecimiento y la propagación de patógenos, mientras que el estrés térmico y la inseguridad alimentaria reducen la eficacia de las funciones inmunitarias naturales de los seres humanos. Estos países también están menos preparados para adaptarse a la escasez de alimentos que los países de ingresos altos, lo que da lugar a un impacto desproporcionado en los países que ya se ven afectados de manera desigual por el estrés térmico, las enfermedades y la inseguridad alimentaria.

Examinar cómo la disponibilidad y la calidad nutricional de los alimentos en áreas de riesgo afectan la composición del microbioma intestinal es un primer paso crucial para mitigar el empeoramiento de las condiciones de salud, afirma Litchman.

En lugar de intentar resolver los problemas de salud emergentes uno por uno, Litchman recomienda un enfoque que incorpore más colaboraciones interdisciplinarias para buscar soluciones a través de una perspectiva interdisciplinaria. Señala la Iniciativa Una Salud de la Organización Mundial de la Salud como modelo para proyectos con el potencial de superar las barreras disciplinarias.

Sin esfuerzos concertados e interdisciplinarios para mitigar el riesgo entre las poblaciones vulnerables, estos efectos acumulativos podrían poner a cientos de millones de personas en riesgo de enfermarse y sufrir malos resultados de salud.

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