Tanto en Chile como en el mundo, debido a su prevalencia, las enfermedades periodontales se han transformado en un importante problema de salud pública que afecta la calidad de vida de las personas y del cual los sistemas de salud deben hacerse cargo con muchas dificultades.
En el caso particular de nuestro país la doctora Mónica Quintana, especialista en periodoncia y Directora de la Escuela de Odontología de la Universidad Mayor, explica que este tipo de patologías están presentes de forma muy prevalente.
Por ejemplo, en el caso de la gingivitis, a los 12 años está presente en un 66,9%, mientras que la periodontitis, entre los 65 y 74 años se registra en un 97,6%.
“Estas patologías pueden no molestar a los pacientes dadas las características clínicas que poseen en cuanto a signos y síntomas, sin embargo, al ir progresando, las enfermedades periodontales van produciendo un daño irreversible por la pérdida de tejidos de inserción que se produce”, comenta.
Y si el panorama en un periodo regular sin pandemia era preocupante, la especialista destaca que esta situación será más complicada una vez superada la emergencia.
“Las enfermedades periodontales deben ser tratadas y controladas por el profesional, por lo cual si en este momento por la pandemia no está ocurriendo la atención odontológica, el daño acumulado va a progresar”, afirma agregando que la demanda odontológica siempre ha sido importante, “por lo tanto tendremos una demanda relevante en los servicios de atención odontológica cuando retornemos a una nueva normalidad”.
Abordar este tipo de patologías sin duda generan una serie de desafíos para la especialidad, los cuales según la académica apuntan a avanzar fundamentalmente en prevención.
A su juicio y en su rol docente, la doctora Quintana señala que un aspecto relevante es “cómo poder cambiar la mentalidad y los objetivos de la enseñanza de la odontología, haciendo que una actividad clínica que es mayoritariamente curativa, se transforme en una actividad preventiva en beneficio de la salud bucal del paciente y de la población”.
En este sentido, explica, “para que esta concepción funcione, debemos, desde el punto de vista de la enseñanza de la odontología en general, acoger los fundamentos de la odontología basada en la evidencia”.
Según explica la especialista, la odontología basada en la evidencia incluye cuatro áreas que confluyen entre sí para el beneficio del paciente.
Disponer de la mejor evidencia científica disponible relacionada con los positivos beneficios de la prevención en odontología, las habilidades y experiencia clínicas del profesional tratante, la motivación e incorporación de las preferencias o valores del paciente, junto con la circunstancia clínica del paciente y el nivel de riesgo de enfermedad periodontal.
“Para obtener éxito en relación a la recuperación y/o mantenimiento de la salud bucal del paciente periodontal, no es suficiente aplicar un principio de acción como el descrito anteriormente. Es fundamental el seguimiento y refuerzo actitudinal del paciente en la aplicación continua de las acciones y responsabilidades que a él le corresponden, fundamentalmente de higiene y control del biofilm, como un participante principal en la erradicación de la infección periodontal”, sostiene.
En cuanto al tratamiento de este tipo de patologías, la doctora Quintana es enfática en señalar que el gold standard siguen siendo las acciones encaminadas a la erradicación de la infección e inflamación periodontal, tanto con técnicas quirúrgicas como no quirúrgicas.
“Dentro de estas últimas han ocupado un lugar importante en la investigación y práctica clínica, las orientadas a la cirugía periodontal plástica y estética y a la cirugía regenerativa periodontal, aplicadas tanto a la cirugía de tejidos periodontales como periimplantarios”, puntualiza.
Relación con otras patologías
La relación entre la infección bucal y la infección periodontal con algunas patologías sistémicas, ha sido descrita desde hace varios siglos.
Según explica la doctora Mónica Quintana, en la medicina griega, Hipócrates (460-377 AC) además de escribir varias obras sobre la patología bucal, describió la presencia de úlceras bucales en varios tipos de enfermedades sistémicas.
“Pero es a fines del siglo XlX y comienzos del siglo XX en que diversos autores describen numerosos cuadros de infecciones sistémicas, tales como septicemias, meningitis, encefalitis, artritis reumatoides y otras que atribuyen a la presencia de infecciones dentarias. Nace entonces el concepto de Enfermedad Focal, el cual determina que la infección bucal es la causa de muchas enfermedades y se recomienda la extracción de los dientes causantes”, comenta.
Luego de un cuarto de siglo de gran influencia de esta teoría, donde se produjeron extensas mutilaciones dentarias en el afán de mejorar patologías sistémicas inflamatorias según relata la especialista, “se comprobó que no existía una real mejoría del compromiso sistémico del paciente por lo que afortunadamente se abandonó el tratamiento mutilante”.
“En los años 90, resurge la preocupación de la relación que pudiera existir entre la enfermedad periodontal y algunas enfermedades sistémicas, teniendo como base los notables avances científicos en relación a la patogenia periodontal, la inmunología y microbiología periodontal. Esto ha generado la emergencia de una nueva rama de la periodoncia, la medicina periodontal, que se preocupa o enfoca en la relación existente entre la salud y la enfermedad periodontal con la salud y la enfermedad sistémica”, detalla.
En este aspecto, los estudios más recientes en esta área se han enfocado en la relación existente entre la enfermedad periodontal y varias patologías sistémicas tales como la diabetes, la enfermedad cardiovascular, el parto prematuro y bajo peso del recién nacido, y la artritis reumatoide.
“Si bien existen ciertas evidencias de la condición agravante que la presencia de la enfermedad periodontal puede significar para el desarrollo de algunas de las patologías sistémicas citadas, los resultados obtenidos hasta el momento sólo permiten considerar a la periodontitis, en especial en sus formas moderada y avanzada, como un factor de riesgo para esas patologías, lo que no constituye una relación de causa a efecto”, explica.
Según la especialista, “el mejoramiento de la infección periodontal y la normalización tanto estructural como funcional de las estructuras de soporte y protección en estado de salud, significan la eliminación de un factor de riesgo para la presencia o agravamiento sistémico”.
En este sentido, por ejemplo, hay trabajos y líneas de investigación que muestran cómo el uso de algunos componentes de fármacos utilizados para el tratamiento de la artrosis pueden colaborar en el manejo de la enfermedad periodontal gracias a sus mecanismos de acción.
“Respecto de la relación de la periodontitis con enfermedades de las articulaciones, se ha estudiado su relación con la artritis reumatoide, una enfermedad inflamatoria de origen autoinmune de las articulaciones. Se ha teorizado que la Phorphyromonas gingivalis, uno de los principales patógenos periodontales, podría, por medio de una enzima, citrulinar proteínas, las que producirían autoinmunidad en individuos genéticamente susceptibles, lo cual requiere mayor y más precisa información”, destaca.
A modo de resumen, la doctora Quintana hace un llamado a resaltar el rol de la prevención.
“Creo que en la academia se debe hacer hincapié en la promoción prevención y diagnóstico precoz de estas patologías, de tal forma poder evitar el daño y la mutilación que producen estas enfermedades”, enfatiza.