Cambio climático y salud: las dimensiones en que la salud mundial está siendo afectada

En marco de la COP26, la comunidad científica médica ha hecho hincapié en que el cambio climático sigue siendo la mayor amenaza para la salud humana en la historia registrada. Las temperaturas en constante aumento alimentan incendios forestales, huracanes y otros desastres cada vez más intensos que resultan imposibles de ignorar.

El 5 de septiembre, más de 200 revistas médicas publicaron un editorial conjunto sin precedentes que instaba a los líderes mundiales a actuar. “La ciencia es inequívoca”, escribieron. «Un aumento global de 1,5 °C por encima del promedio preindustrial y la pérdida continua de biodiversidad ponen en riesgo de un daño catastrófico para la salud que será imposible de revertir».

“La salud ya se está deteriorando debido a los aumentos de temperatura a nivel mundial y a la destrucción del mundo natural, una situación que los profesionales de la salud han venido mencionando desde hace varios decenios”, advierten en el texto. Además, resaltan la preocupación que existe por parte de los científicos respecto al riesgo que significa el aumento de temperatura en un 1,5° C y la pérdida de biodiversidad bilógica.

Entre los factore del cambio climático que pueden afectar la salud están: la contaminación del aire, el calor extremo, la inseguridad alimentaria, origen de enfermedades infecciosas y repercusión en la salud mental.

La contaminación del aire

Los gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera de la Tierra repercute en el deterioro ambiental y en la salud. El aire contaminado contiene pequeñas partículas que pueden inducir accidentes cerebrovasculares y ataques cardíacos al penetrar en los pulmones y en el corazón e incluso viajar al torrente sanguíneo. Esas partículas pueden dañar los órganos directamente o provocar una respuesta inflamatoria del sistema inmunológico cuando intenta combatirlas. Las estimaciones sugieren que la contaminación del aire causa entre 3,6 millones y nueve millones de muertes prematuras al año.

“Las cifras varían”, afirma Andy Haines, profesor de Cambio Ambiental y Salud Pública en la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres y autor del libro Planetary Health (Salud Planetaria), publicado recientemente. «Pero todos están de acuerdo en que es una gran carga para la salud pública».

Las personas mayores de 65 años son más susceptibles a los efectos nocivos de la contaminación del aire, pero muchas otras también están en riesgo. Kari Nadeau, directora del Centro Sean N. Parker para la Investigación de Alergias y Asma en la Universidad de Stanford, sostiene que las personas que fuman o vapean también presentan un mayor riesgo, al igual que los niños con asma.

La contaminación del aire también tiene consecuencias para las personas alérgicas. El dióxido de carbono aumenta la acidez del aire, que luego extrae más polen de las plantas. Para algunas personas, esto podría significar que se enfrentan a episodios molestos y prolongados de alergias estacionales. Pero para otros, podría poner en peligro la vida.

«Para las personas que ya tienen una enfermedad respiratoria, ese es un problema», dice Nadeau. Cuando el polen ingresa a las vías respiratorias, el cuerpo crea moco para eliminarlo, que luego puede llenarse y sofocar los pulmones.

Incluso las personas sanas pueden tener resultados similares si los niveles de polen son especialmente intensos. En el año 2016, en el estado australiano de Victoria, una fuerte tormenta combinada con altos niveles de polen indujo a lo que The Lancet ha descrito como «la epidemia de asma por tormentas más grande y catastrófica del mundo». Tantos residentes fueron los que sufrieron ataques de asma que las salas de emergencia se vieron abrumadas, y al menos 10 personas murieron como resultado.

El calor extremo

Las olas de calor también tienen implicancia en el deterioro de la salud de las personas. Haines sostiene que “ahora tenemos una serie de estudios que han demostrado que podemos atribuir con gran confianza los resultados de salud al cambio climático».

Haines explica a National Geographic que un estudio publicado a principios de este año en Nature Climate Change atribuyó más de un tercio de las muertes relacionadas con el calor al cambio climático. El estudio descubrió que el costo humano era aún mayor en algunos países con menos acceso a aire acondicionado u otros factores que hacen que las personas sean más vulnerables al calor.

El cuerpo humano no fue diseñado para hacer frente a temperaturas superiores a 37º C. El calor puede dañar los músculos y órganos producto del estrés que causa problemas en todo el cuerpo. Si bien, existen formas de lidiar con el calor, como la sudoración, este no es suficiente cuando el calor del exterior es constante El corazón tiene que trabajar más para bombear sangre al resto de los órganos, mientras que el sudor absorbe del cuerpo los minerales necesarios como el sodio y el potasio. La combinación puede provocar ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares.

La deshidratación por exposición al calor también puede causar daños graves en los riñones, que dependen del agua para funcionar correctamente. Para las personas cuyos riñones ya están comenzando a fallar, particularmente los adultos mayores, Nadeau dice que el calor extremo puede ser una sentencia de muerte. “Esto está sucediendo cada vez más”, afirma.

Los estudios también han dibujado vínculos entre temperaturas más altas y partos prematuros y otras complicaciones del embarazo. No está claro por qué, pero Haines dice que una hipótesis es que el calor extremo reduce el flujo sanguíneo al feto.

Inseguridad alimentaria

Una de las formas menos directas, pero no menos dañinas, en que el cambio climático puede afectar la salud es interrumpiendo el suministro mundial de alimentos. Las prolongadas sequías producto del calor, dañan los cultivos, impactando en la seguridad alimentaria.

El cambio climático reduce la cantidad de alimentos disponibles y los hace menos nutritivos. Según un informe especial del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), los rendimientos de los cultivos ya han comenzado a disminuir como resultado del aumento de las temperaturas, de los cambios en los patrones de precipitación y de los eventos climáticos extremos. Otros estudios han demostrado que el aumento de dióxido de carbono en la atmósfera puede eliminar el zinc, el hierro y las proteínas de las plantas, nutrientes que los seres humanos necesitan para sobrevivir.

El cambio climático también pone en peligro lo que comemos del mar. El aumento de la temperatura del océano ha llevado a muchas especies de peces a migrar hacia los polos de la Tierra en busca de aguas más frías. Haines dice que la disminución resultante de las poblaciones de peces en las regiones subtropicales «tiene grandes implicaciones para la nutrición», porque muchas de esas comunidades costeras dependen del pescado para obtener una cantidad sustancial de proteína en sus dietas.

Es probable que este efecto sea particularmente dañino para las comunidades indígenas, señala Tiff-Annie Kenny, profesora de la facultad de medicina de la Universidad Laval en Quebec que estudia el cambio climático y la seguridad alimentaria en el Ártico canadiense. Es mucho más difícil para estas comunidades encontrar fuentes alternativas de proteína, afirma, ya sea porque no está allí o porque es demasiado caro. «Entonces, ¿qué va a comer la gente en su lugar?» ella se pregunta.

Enfermedades infecciosas

A medida que el planeta se calienta, la región geográfica donde les gusta vivir a las garrapatas y a los mosquitos se hace más amplia. Estos animales son vectores bien conocidos de enfermedades como el virus Zika, el dengue y la malaria. A medida que cruzan los trópicos de Cáncer y Capricornio, los mosquitos y las garrapatas brindan más oportunidades a estas enfermedades para infectar grandes franjas del mundo, explica Nadeau.

“Solía ser que se quedaban en esos pequeños sectores cerca del Ecuador, pero ahora, desafortunadamente, debido al calentamiento del norte de Europa y Canadá, pueden encontrar Zika en lugares que no hubieras esperado”, indica Nadeau.

Además, las condiciones climáticas como la temperatura y la humedad pueden afectar el ciclo de vida de los mosquitos. Haines dice que hay evidencia particularmente buena que muestra que, en algunas regiones, el cambio climático ha alterado estas condiciones de manera que aumenta el riesgo de que los mosquitos transmitan el dengue.

También hay varias formas en las que el cambio climático está aumentando el riesgo de enfermedades que pueden transmitirse a través del agua, como el cólera, la fiebre tifoidea y los parásitos. A veces eso es bastante directo, como cuando las personas interactúan con aguas sucias. Pero Haines dice que la sequía puede tener impactos indirectos cuando las personas, por ejemplo, no pueden lavarse las manos o se ven obligadas a beber de fuentes de agua dulce menos conocidas.

Salud mental

Un resultado común de cualquier desastre relacionado con el clima es el costo de la salud mental. La angustia causada por el cambio ambiental drástico es tan significativa que se le ha dado su propio nombre: solastalgia.

Alteraciones nutricionales y una sobrecarga del trabajo en los recintos de atención sanitaria, pueden ser solo algunos de los efectos del cambio climático en las personas, según afirmó el director de Salud del Estudiante de la Universidad de Talca, Daniel Jiménez.

Por su parte, Nadeau dice que los efectos sobre la salud mental han sido evidentes en sus estudios de las visitas a las salas de emergencia que surgen de los incendios forestales en el oeste de los Estados Unidos. La gente pierde sus hogares, sus trabajos y, a veces, sus seres queridos, y eso tiene un precio inmediato. “¿Cuál es el problema agudo más rápido que se desarrolla? Es psicológico”, afirma. Los eventos climáticos extremos, como los incendios forestales y los huracanes, causan tanto estrés y ansiedad que, a largo plazo, pueden conducir a un trastorno de estrés postraumático e incluso al suicidio.

Además, los efectos del cambio climático no ocurren de forma aislada. En cualquier momento, una comunidad puede enfrentarse a la contaminación del aire, a la inseguridad alimentaria, a las enfermedades y al calor extremo a la vez. Kenny dice que eso es particularmente devastador en comunidades donde la prevalencia de la inseguridad alimentaria y la pobreza ya es alta. Esta situación no se ha estudiado adecuadamente, dice, porque «es difícil capturar estos impactos que puede traer el clima».

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